Juventud, talento y sacrificio
Publicamos la entrevista que Martín Ruiz Hita le hizo a la compañera Victoria Cava y que se publicó en La Tribuna del Noroeste el pasado sábado día 29 de marzo de 2008.
«Con tan sólo veintiún años, Victoria Cava ha demostrado ser toda una realidad del flamenco regional»
Martín Ruiz
El buen aficionado al flamenco tiene un nuevo producto que saborear. El pasado jueves, Victoria Cava demostró que, aunque su carrera acaba de empezar, conviene seguirla de cerca. El tercer puesto conseguido en el Concurso Nacional de Saetas de La Unión así lo atestigua. La imagen futura del flamenco parece que será la de una mujer. Victoria Cava lo rezuma por los cuatro costados, eso se nota hasta en su acento. Antonia Victoria Cava Guirao nació en Cehegín, el 11 de junio de 1986 y, a pesar de su juventud, ya puede presumir de todo un sin fin de experiencias. Se inicia en el flamenco influida por el ambiente familiar. En sus inicios como cantaora queda semifinalista del concurso «Veo-veo» de Teresa Rabal a los diez años. Dos años después se convierte en finalista regional en ese mismo evento. Llegado el momento de iniciar su formación, decide hacerlo junto a los maestros. Por un tiempo fue discípula del guitarrista Antonio Fernández, padre de la cantaora Encarnación Fernández. Terminado el grado elemental de guitarra en la Escuela de Música de Cehegín, decide ponerse en las manos de Antonio Piñana. Con él recibe clases de guitarra flamenca y asesoramiento para el cante. Victoria participa también como cantaora para baile junto a este afamado músico. El 15 de octubre de 2005 ofrece su primer recital en la casa de la cultura Francisco Rabal de Águilas, acompañada a la guitarra por su maestro Antonio Piñana. Su carrera ha seguido evolucionando y ha compartido escenario con grades artistas como José Mercé, Ana Reverte, Curro y Carlos Piñana, Rocío Segura, Miguel de Tena, Lucía Albarrán, entre otros. La formación es una de las claves de su éxito. Es diplomada en Educación Musical por la Universidad de Murcia y, actualmente, estudia 4º de Periodismo en la misma Universidad. Obtiene el 2º Premio de Cantes Mineros y el premio especial, dotado con una beca en la fundación Cristina Heeren de Sevilla, en el X Festival Nacional de Jóvenes Flamencos en Calasparra. Victoria Cava es considerada la promesa más firme del flamenco regional. De momento sigue aprendiendo. Pero pronto estará preparada para dar el salto.
—¿Cómo surge esta afición y cómo la ha ido alimentando?
—Me surge de familia, por parte de mi padre, que cantaba flamenco. Escuchaba esta música en casa e iba imitando los cantes. Luego empecé a estudiar solfeo y guitarra clásica y de ahí fui derivando al flamenco. Cuando terminé el grado elemental de guitarra en la Escuela Musical de Cehegín decidí ponerme en manos de Antonio Piñana, mi profesor actual. Con él estudio cante y guitarra. Me considero muy afortunada pues me ha marcado las mismas pautas de aprendizaje y trabajo que marcó a sus propios hijos. Es un auténtico maestro. No me da descanso. Si un sábado no hay clase, la tenemos el domingo. Lo recupera todo. Si un día te pones enferma o él no puede, pues toca recuperar la clase otro día. Además también canto en una escuela de baile, pero canto para formarme. Todo es teoría y práctica. La mejor manera de formarse es delante del público. He de decir que ahora mismo sólo pienso en eso. En un futuro es posible que considere grabar un disco o algo así, pero, ahora mismo, estoy estudiando y aprendiendo.
—¿Cuáles han sido sus influencias?
—Me gusta mucho La niña los peines, Pastora Pavón. Entre los más actuales me encantan Enrique Morente y Marina Heredia. La verdad es que esta afición me ha permitido conocer a mucha gente: Carlos y Curro Piñana, Ana Reverte, Enrique Morente y su familia, Matilde Coral, Chano Lobato, José Mercé, etc. Incluso he tenido el placer de compartir escenario con algunos de ellos. Bebo de varias fuentes. Me embarga la genialidad de Morente, esa capacidad de crear que tiene. Y adoro a Pastora Pavón, es mi auténtico espejo. Aunque tengo que decir que deseo ser yo, tener mi propio estilo. Creo que ese es el sueño de todo cantaor, no ser la imitación de nadie.
—¿Le han dicho alguna vez que resulta raro ver a una chica tan joven y tan entusiasmada con el flamenco?
—Te preguntan cómo es posible que con tu edad te dediques a estudiar esto del flamenco. Pero pienso que, más que un problema, ha sido mi juventud la que les ha servido para identificarse y acercarse más a este mundo. Cuando llegué a la Facultad de Educación, mis compañeros veían extraño que me dedicara a esto. Sin embargo, recuerdo un día que algunos de ellos portaban una guitarra y me pidieron cantar. Se formó un corrillo y al final terminaron tocando todos conmigo. Hasta hicimos una actuación posterior. Yo compuse partituras para violín, bajo e incluso guitarra eléctrica. A los que no tocaban nada, les coloqué una flor en el pelo y los puse de palmeros. Montamos un buen espectáculo y esto hizo que todo el mundo conociese y se acercara al flamenco.
—No sé si la pregunta resulta demasiado obvia pero, ¿qué tipo de música escucha en casa?
—Escucho flamenco. También suelo escuchar algún otro estilo de música. A veces veo «40 latinos» o «Sol Música» ya que de todo se puede sacar algo, algún giro o quizá el bajo de una canción se pueda adaptar para otra. Reconozco que me gusta innovar. Suelo coger canciones y las arreglo. Puedo coger el estribillo de una letra conocida y cambiarla por tangos o por bulerías, aunque siempre manteniendo lo ortodoxo. Me encanta componer música. Hago una partitura para violín y otra para piano para que un instrumento responda al otro. No obstante, hasta ahora, no he compuesto mis propias letras.
—¿Cómo resultó la reciente experiencia en el Concurso Nacional de Saetas de La Unión?
—Me presenté con poca preparación, pues no tuve tiempo. Un par de días antes pedí unas letras y las adapté. Después de la primera fase, que se celebró en la peña flamenca de La Unión, quedé finalista junto con otras dos personas. Los tres cantamos en dos balcones, el de la calle Mayor y el de la calle Real, durante la procesión de jueves Santo, y el jurado decidió otorgarme a mí el tercer puesto. Considero que ha sido una experiencia positiva, pues las saetas no son mi especialidad. Es cierto que la saeta es un palo del flamenco y yo canto todos los palos, por eso decidí presentarme a pesar de tener poco tiempo.
—¿Cuáles son sus perspectivas de futuro?
—Lo que más me gustaría es que la gente sepa que este arte es sacrificio. Quisiera desterrar la idea antigua de que el flamenco es sólo fiesta. Requiere estudio y dedicación. En ese sentido me siento orgullosa de mis compañeros de magisterio que se han acercado a él de forma coherente olvidando prejuicios. Ante todo, hay que ser persona para dedicarse a esto, el cantante sale a demostrar trabajo, esfuerzo y sentimiento. No es sólo folclore.
La carrera de Victoria Cava acaba de comenzar aunque ya posee un amplio bagaje de experiencias acumuladas. Cada actuación que realiza contribuye a que sea más conocida. Si son aficionados a este arte tan nuestro, apunten el nombre de esta indomable cantaora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario