De vez en cuando, aún a riesgo de que con la crisis no todo se entienda como corresponde, conviene que hagamos algún balance contemplado, alternado y complementado de reflexiones que busquen el consenso y la salubridad. Sin duda, es enorme la evolución que podemos constatar en España en las últimas décadas, un progreso, por supuesto, que no debemos perder. Por poner una fecha del medio plazo que nos parece interesante, subrayemos que en los años 80 vivíamos en un país que se estaba haciendo a sí mismo, y el Periodismo también hallaba nuevas rutas. Había, como hoy, grandes maestros, con los que manteníamos una relación de conocimiento y de cercanía. Algunos, desgraciadamente, ya no están, pero los seguimos llevando en el corazón. Dentro del aprendizaje constante, lo primero que tiene que ser un periodista, nos repetían, debemos reiterarnos, es buena gente.
domingo, 16 de febrero de 2014
Reflexiones en positivo
Para que esto sea así, debemos fomentar la docencia, que nos invita a refrescar los conocimientos y estar al lado de la gente más joven, que empuja con fuerza, con el afán de seguir aprendiendo. La educación nos obliga al reciclaje, a organizar el discurso con ideas cercanas a los procesos de trabajo, a los nuevos y los más veteranos. En los estudiantes, y eso siempre es una suerte, advertimos el ímpetu con el que comenzamos: nos recuerdan que no debemos perderlo.
Los futuros periodistas, tras esta ingente crisis, llena de incomprensiones, aportarán una visión de una sociedad en cambio en la que el ser humano debe estar por encima de todo. Es, la actual, una generación muy preparada con ganas de dejar patente que su oportunidad debe ser aprovechada. Entre todos debemos contribuir a ello.
En paralelo, subrayemos que un periodista ha de contar lo que sucede, y, en esta dirección, preguntar lo que debe y dónde debe. Lo que no se sabe tiene que aflorar gracias a los profesionales de la información. En este sentido, la curiosidad debe ser básica. Si no tenemos coraje por conocer, no tendremos respuestas de futuro, que, por otro lado, es necesario buscarlas.
El género más influyente y cercano, o eso me lo parece, sobre todo si está bien utilizado, es la entrevista. Lo importante en ella es que conozcamos las actitudes de la persona con la que conversamos, esto es, que se entrevea si conoce los asuntos sobre los que tratamos, si le interesan, si obra con buena intención, si es capaz en sus tareas, si puede tener contestaciones a lo que no conoce con el debido tiempo y preparación. No olvidemos que lo que más comunica es el lenguaje kinésico, es decir, el no verbal.
En este soporte o formato, como en otros, defendamos el concepto de buena intención. Es importante que destaquemos la labor de servicio público y de interés general por la que deben pugnar tanto los profesionales periodistas como los medios en los que trabajan. La Prensa desarrolla en todo el mundo un papel fundamental para que los sistemas se reciclen. Si se producen altibajos (como es natural, inevitables), antes o después triunfan los intereses de la sociedad gracias a la labor de las empresas periodísticas y de sus integrantes.
Servir a la sociedad
Los periodistas debemos replantearnos muy mucho lo que estamos haciendo, si no queremos que la crisis en todos los órdenes que estamos sufriendo nos afecte aún más. Debemos adaptarnos a las tecnologías y a los procesos de trabajo que les acompañan. Si no somos capaces de complementarnos y de decirle con hechos al ciudadano cuál es nuestro papel, en todo caso fundamental, estaremos abocados a transformaciones en las que podríamos perder la iniciativa, y eso no será bueno para nadie.
Ante la presente modificación de modelo, hemos de preguntarle al público en general en qué estamos acertando y en qué nos equivocamos. No olvidemos que administramos un derecho que es de todos, como indica el artículo 20 de la Constitución española.
Seamos, igualmente, sosegados en los planteamientos y en sus contenidos. Digamos lo obvio: llaman la atención los contenidos que se basan en sucesos o controversias llenas de ruido. Impactan mucho los accidentes, aunque la perspectiva ha de ser que tengamos en cuenta que hablar de pérdidas humanas siempre es triste. Necesitamos vernos de una manera global, con pros y contras. El deseo es que el retrato mejore desde una óptica real. Ojalá pudiéramos decir que no existe el paro, que la gente es feliz con mucha salud y con la suficiente economía para salir adelante. Si hablamos de la situación internacional, sería encantador servir de notario de que no existen las guerras. Hemos de contribuir a esa mejoría, que, además, es factible.
Otro apunte. Cuando cultivamos nuestras facetas de escritores apuntamos un modo de decir que nuestras creencias pasan por un poco de más optimismo. Manu Leguineche, ese maestro de periodistas que perdimos hace poco, repetía que deberíamos plantearnos por qué nos dedicamos, los profesionales de la comunicación, a escribir ficciones. Creo que es una manera de compensar ciertas carencias o interpretaciones.
Finalmente, digamos que siempre quedan preguntas, y siempre quedarán respuestas. Ésta es la vida. Los ciclos no se agotan, sino que se transforman, como estamos recalcando, y hemos de procurar acompañarlos para mejorar en la medida que podamos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
Publicado por jtomas@um.es a las 7:59
Etiquetas: Artículos de Juan Tomás Frutos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario