martes, 8 de abril de 2008

Artículos de reflexión

La silla

Miro mi flamante silla, una tan nueva como usada y disfrutada con anterioridad, y veo desfilar por ella a la mitad de los compañeros y amigos con los que he compartido los últimos 18 años en TVE en Murcia. Es roja, quizá por el apasionamiento con el que hemos vivido trances, sucesos, alegrías e historias de toda índole y condición. Mi amigo Jaime contó una vez el devenir del Cante de las Minas desde la óptica de una silla, de un asiento privilegiado con el que expuso lo que vio y sintió desde su intelecto y con la mejor de las apreciaciones.

Ésta que miro, sobre la que me poso ahora, es otra silla, para mí hoy la silla, la única, la mejor, porque recoge la estampa de quienes vinieron antes y espero que sea garantía de aquellos que vengan próximamente. Ha sido, entre sus últimas funciones, la silla de Paco o de José Luis, pero antes lo fue de otros y de otras que configuraron las más bellas páginas de la televisión regional. Se han ido, y no precisamente agotados. Los echo de menos, más de lo que pensaron, más de lo que creí.

El espíritu indeleble de la voluntad profesional nos corrige para no detenernos en un camino esquivo y difícil. Miro de nuevo a la silla, y veo a Santiago y a Joaquín y a Ana y a Pity, entre otros, y me impregno de reflejos perfectos de personas perfectas: así las observo yo desde el decoro de la distancia, que nos coloca, como el tiempo, en nuestro sitio, hoy con silla, con sinceridades silentes que vierto a través de estas letras. Seguro que alguien se identifica con lo que digo, y con lo que callo…

Se acaba un período largo, ese año de vaivenes y de esperanzas cortadas a mitades, que nos deja las huellas de cuanto hemos de mejorar en los meses sucesivos. Ya estamos ahí, preparados para honrar a los que nos precedieron. Con fuerza y honor, que decían los romanos, defenderemos el “fuerte”. ¡Y que conste que me acuerdo de los que no se quedaron porque sus soportes no fueron suficientes para aguantar temporales de todo tipo! Quien quiera entender que comprenda. Aquí estoy, en vuestra silla, para cuanto haga falta.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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