7 de junio
Facultades: "Fábricas de parados"
Esta es la última misiva que Juan Luis manda a Honorio, y que mejor tema para hablar que del paro que generan las universidades.
Hoy en día tener una licenciatura no te asegura nada, cada vez hay más gente que tiene una, dos y tres. Quedan muy bonitas cuando las cuelgas en la pared del despacho, y los amigos se quedan asombrados creyendo que eres un Dios, y en realidad son meros papeles inútiles suspendidos de un cuelgafácil por mor de usarlos alguna vez decentemente.
En otra época, tener la licenciatura estaba al alcance de muy pocos, todos adinerados, hoy en día el acceso se ha hecho más fácil y posible a las clases bajas, pero ello no te asegura que una vez formado vayas a trabajar.
Estamos en tiempos de oposiciones, ya llevamos dos décadas de funcionariado, que al fin y al cabo aunque se gane menos sueldo se sabe que es seguro, salvo que la líes y te inhabiliten.
El problema de la precariedad que vivimos comienza mucho antes de que el joven redactor, recién salido de la facultad, busque trabajo.
"Gran parte de la culpa viene del modelo de formación [el sistema universitario], que está completamente superado por la realidad". Salir de una facultad de periodismo "no significa nada". Y no me extraña. Cinco años en la universidad no sirven al estudiante para obtener los rudimentos básicos del oficio ni para especializar al futuro periodista ni, desde luego, para convertirlo en un bien atractivo en el mercado laboral.
Las facultades son fábricas de parados. La cadena de montaje no se para. González Urbaneja, presidente de la FAPE, presentó los números. Hace 25 años, llegaban al año unos 300 periodistas recién licenciados al mercado. Hoy son unos 5.000. Hay casi 40 facultades en toda España con 35.000 estudiantes matriculados en las distintas especialidades relacionadas con la comunicación.
Esta explosión 'demográfica' ha sido una bendición para los editores. La universidad genera mano de obra muy poco preparada y, por su inexperiencia, muy barata para las empresas.
Y las cosas no están para tirar cohetes, los sueldos bajos, la vivienda carísima, la vida a ritmo de infarto, los productos de primera necesidad sacándole los colores a los artículos de lujo. ¿Dónde vamos a llegar?
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