Retornamos
con la fe de los mayores
a esos instantes
que pudieron ser
y no son.
Recreamos
con una mayúscula intención
que mueve montañas.
No podemos
quedarnos atrás.
Recordamos
las experiencias
que nos envolvieron
de las sanas caricias
de otras etapas
pendientes de vivir,
de esperar,
de querer, de tener.
Somos
de alguna manera.
Lo que despierta
no morirá.
Hemos acallado
algunas voces
de dispersa factura.
Hacemos noble
todo lo que aspira
a una creencia distinta.
Nos hemos consultado
un amor que traslada
lo que pudo poner
una mirada no cuestionada.
Nos damos más valentías.
Insertamos la memoria
en los nuevos catálogos
de tiempos
en los que seremos
sistemas válidos
con unas bromas
de conclusiones estudiadas
de manera natural.
Nos hemos puesto
en ese juego
donde esperamos
que nadie pierda.
Juan Tomás Frutos.
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