miércoles, 9 de septiembre de 2009

Juan y su comunicación infantil

Tiene los ojos brillantes, siempre prestos a mirar cuanto ocurre por el universo que le rodea. Es alegre, retoza y se mueve como un pequeño pececillo en busca de más océano que conquistar. Seguro que lo hará. Es muy inquieto, y ya lo demuestra con su afán por llegar más allá, aunque ahora las distancias para él se midan en centímetros.

Me ha conquistado. Lo ha hecho desde el primer instante en que lo vi. Aún antes de cogerlo en mis brazos supe que estábamos hechos el uno para el otro. Ha sido el gran descubrimiento. No sé cómo he podido, cómo hemos podido, vivir sin él tantos años. Ha llegado (por fin, lo ha hecho), y damos gracias a los dioses por ello.

Juan gusta de mirar con avidez, buscando descubrir un mundo que está ahí para él, para todos, para encontrarlo en el milagro de cada día. Me gusta su inquietud, y mucho más su sonrisa. Vaya. Ríe por todo, con todo, a la menor ocasión, como si intuyera que es la mejor actitud que puede regalar.

Estoy enamorado de él, de su naturalidad, de su lucha y entrega a y por la vida, que comienza a reconocer lentamente. No tiene prisa, como siempre debería ser. Me gusta ese talento suyo para conectar con las cosas más inmediatas.

Hemos tenido, ya digo, mucha fortuna con él. Lo siento de corazón, y, tanto es así, que me paso el día pensando en su mirada. Le imagino cada segundo con sus manos pequeñas, que se aprestan a coger un universo de sensaciones que comparte con naturalidad en forma de aprecio y de amor por lo cercano. Cada vez le estimamos más, y le hablamos de nuestras cosas, de lo que nos gusta, de lo que, poco a poco, queremos que aprenda. Procuramos que nos entienda, y, en cierto modo, creo que lo hace.

Nuestro pequeño es mimoso. Pide atención. Quiere jugar y también que le enseñemos. Se esfuerza en hacer unos pequeños sonidos, que son el anticipo de lo que está por decir. Es fantástico e increíble. Uno se reconoce en el afán, y se da cuenta de lo maravillosa que es la vida con todas sus etapas, incluso en todas sus pruebas. Este primer estadio es maravilloso, como el pequeño Juan, grande por lo que lo admiro. Ya ven: sus esbozadas comunicaciones me han enganchado. Enamorado estoy. Vuelvo a comprender la infancia.

Juan TOMÁS FRUTOS.

No hay comentarios: